GALA

Purificas mi espíritu intranquilo,
Sumergida en las aguas cristalinas
Que manan de tus labios entreabiertos.

La transparencia inmaterial nos mece
Suspendidos en sus ojos eternos
¡No me despiertes de este sueño afable!
Dame el cristal de tu mano, nademos.

Mira, aquí no se dividen las perlas
Como dentaduras artificiales.

No existen gotas de agua bajo el mar,
No envilecen los grises la luz pura.

¡Que hermoso recuerdo comparto a solas!
Mañana despertaré ante tu rostro,
Y no podremos sonreírnos. ¡Lástima!

La altura de tu cara evocadora
Haría estremecerse a los arcángeles,
¡Que oscura pena de guitarras roncas!
El cielo muriendo por desnudar
Los humeantes suspiros de tu boca,
Y tu: ofuscada con tus cisnes de humo.

Mataremos la conciencia imperante,
Seremos náufragos entre los sueños
Si tu libertad, sollozante en trenes,
Alumbra tu estela profetizada.

Ya naufragamos en la hierba mullida,
Una noche brumosa de un invierno
En que desenterrabas a Aristóteles.

Bajo la supervisión de la lumbre,
iluminabas tu mente y tus labios.

Desde entonces no cesas de asombrarme,
Apareciendo y desapareciendo,
Al galope de un reloj amansado,
Que pareces manejar con tu magia.

Tu no eres de este mundo ¡Reconócelo!
Solitaria y libre como la alondra
Siempre pareces llevar tu universo
Girando en torno a tu estela flexible.

No te buscaré jamás entre sábanas,
Ni entre besos de metal pesado y húmedo,
Te amo como la luz nerviosa y trémula
Que ilumina el ámbar del ron añejo,
Como la llama breve de la vela,
Como el otoño triste y pasajero,
Así te amo esta noche, Compañera.